Los psicólogos califican la pérdida de sentido en el trabajo como el problema del siglo
La pérdida de sentido en la actividad profesional se está convirtiendo en "la plaga del siglo", según el periódico Le Matin Dimanche. La edición hace referencia a los resultados de una investigación sociológica realizada en asociación con la Federación de Psicólogos Suizos, que muestra que más del 80% de los 480 expertos entrevistados afirman que, en su opinión, los suizos "sufren en el trabajo" con más frecuencia en los últimos 10 años.
El correo electrónico en lugar de la comunicación en la vida
"El empleado está sometido a una presión creciente, cada vez tiene menos tiempo y debe rendir cuentas de su eficacia", explica la psicoterapeuta Jenny Humber. "Las interacciones personales se sustituyen por correos electrónicos y documentos. La creatividad es suprimida por el protocolo".
Por su parte, el especialista en relaciones laborales Loran Brewer ve la raíz del problema en el hecho de que en el mundo moderno el sentido del ser es crucial para una persona debido al "fácil acceso a la información". "Si antes la gente se limitaba a comprar arroz, ahora dónde se ha producido, por quién y en qué condiciones tiene un gran significado para ellos", explica, y añade que "la conciencia global se hace más fuerte, creando nuevas paradojas en todos los ámbitos".
Los expertos señalan que el "sufrimiento en el trabajo" tiene diferentes formas y una de las más extendidas es el agotamiento físico y mental extremo: el "burn out". Según la psicóloga Catherine Vase, "la tensión del organismo es tal que se rompe". Lo que también afecta negativamente al estado general y al rendimiento profesional de un empleado es el carácter aburrido de la actividad profesional que no se corresponde con sus cualificaciones y aspiraciones. A diferencia del "burn out", en este caso la persona sigue trabajando pero suele cambiar de trabajo al final.
De los banqueros a los cerveceros
Los investigadores señalan la aparición del fenómeno de la disminución de la eficiencia laboral debido a que el empleado está decepcionado con su trabajo y no le ve sentido.
Como admite Catherine Vase, este estado puede afectar a personas económicamente sólidas, bien educadas y que ocupan puestos de dirección. Ya no le ven sentido a su trabajo y empiezan a tomarlo como algo absurdo. Como la gente de su entorno sigue viéndolos como "exitosos", tienen dificultades para compartir sus problemas. Quieren cambiar su profesión por otra más práctica, donde los resultados se vean claramente, por ejemplo, dedicarse a la artesanía o al trabajo social.
Sin embargo, como advierte la psicóloga Marion Aufsesser, "el peligro para un banquero que decidió convertirse en cervecero" reside en el riesgo de quiebra, ya que a menudo se subestiman las dificultades reales de esa "conversión" profesional. La mayoría de los psicólogos aconsejan seguir "el principio del realismo" en estos casos, manteniendo el equilibrio entre sus propios deseos y las posibilidades de éxito en su nueva área. Según Aufsesser, con el aumento de este problema en la sociedad moderna los empresarios deberían "dejar que sus empleados expresen sus deseos". En su opinión, los empleados deben tener la oportunidad de satisfacer sus peticiones personales y los jefes deben apoyarlos.