Errores (no) buenos: Lo que los empleados deben y no deben hacer

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En una empresa de rápido crecimiento todos los procesos son muy dinámicos, por lo que la posibilidad de cometer un error aparece con mayor frecuencia. Los errores son una parte importante de la toma de decisiones, y su ausencia significa que el equipo no está trabajando al máximo. La Fórmula 1 es la que mejor describe la idea de hacer el máximo esfuerzo. El derrape de un bólido en las curvas no es la táctica perfecta, pero es una señal de la máxima velocidad y de la lucha por el mejor resultado. Es una parte esencial de la carrera. Pero un derrape que lleve a un accidente puede ser fatal. Lo mismo ocurre en los negocios: los errores son necesarios, su ausencia total es más bien mala que buena, pero no deben convertirse en críticas.

La estrategia individual de la empresa

Cada empresa debe tener una estrategia individual. Los criterios de esta estrategia describen lo que debe y no debe hacerse al tomar una decisión. Esto permite prevenir algunos errores y evaluar los ya cometidos de forma objetiva. Lo importante de cada acción es su resultado. Este resultado puede medirse muy fácilmente en algunos ámbitos. Por ejemplo, el resultado de las ventas se mide en dinero. El marketing y el desarrollo pueden ser un poco más difíciles de evaluar, pero incluso ahí se pueden establecer tareas medibles. Es muy importante establecer las tareas de forma adecuada: deben ser realizables, pero dignas y corresponder al plan financiero de la empresa. Si se fijan correctamente las tareas medibles, es fácil decidir si se perdonan los errores ya cometidos (y durante cuánto tiempo).

En algunos casos, las tareas no se realizan temporalmente por alguna razón o su resultado es difícil de evaluar. En estos casos se puede valorar la actividad de la persona. El resultado material medible es siempre mejor, pero si no lo hay, la lucha por ello significa mucho y es un buen indicador de que el resultado puede esperarse pronto.

Toda persona en Acronics, especialmente la que ocupa el puesto clave, debe poseer una serie de rasgos determinados: alerta, reacción rápida, atención a los detalles, frecuencia y rapidez en la toma de decisiones, capacidad de no rendirse nunca. Otras empresas pueden exigir otra lista de características importantes.

La correspondencia con la cultura de la empresa es un factor muy importante porque el resultado y la actividad se miden durante un periodo bastante largo. Puede que la persona no cometa errores notables o que no sean tan evidentes, pero si no cumple con la cultura de la empresa, la confianza en ella puede ser muy baja.

Malos errores

Malos errores

Entre los malos errores se encuentra, por ejemplo, la actitud pasivo-agresiva hacia las tareas. Al tomar decisiones en una empresa dinámica, no suele ser evidente lo que es correcto. Las decisiones no siempre se toman con mucha reflexión y consideración, a menudo aparecen situaciones controvertidas. Sin embargo, las personas de la empresa deben estar de acuerdo, sugerir sus propias soluciones pero ser capaces de aceptar adecuadamente las sugerencias de los demás al mismo tiempo. Al no estar abiertamente en contra del encargo, el empleado obedece, asume la responsabilidad nominalmente, pero no realiza realmente la tarea, no lucha por el resultado, satisfaciendo así -deliberadamente o no- su necesidad de demostrar que la decisión era errónea. Tales errores son, de hecho, una forma de sabotaje que es difícil de permitir por mucho tiempo.

Otro error garrafal es el intento de limitar los ámbitos de actuación de los empleados. En una pequeña empresa, no todos tienen tareas precisas. Muy a menudo se da la oportunidad de beneficiar a la empresa a la persona, cuyas funciones no lo incluyen. Las condiciones de una empresa en crecimiento pueden compararse con las militares. La misión del centinela es vigilar y proteger su puesto. Pero si durante la guardia otro soldado se da cuenta de que hay personas que se acercan a la frontera prohibida y se limita a ignorar la situación, las consecuencias no pueden explicarse por el hecho de que no era su guardia. Lo mismo ocurre en los negocios: si tienes la oportunidad de involucrarte en el trabajo para ayudar a la empresa a no perder una buena oportunidad, debes aprovecharla. Los errores más imperdonables ocurren cuando no lo haces.

Una persona activa que da resultados y se corresponde con la cultura de la empresa siempre tiene más confianza cuando comete errores. Sin embargo, hay que notar la ocurrencia de un mismo error. Si la persona no aprende y comete los mismos errores, aunque sean pequeños, pero repitiendo constantemente, tampoco es bueno.

No hay que aprender de todos los errores y no hay que permitir todos los errores. Hay situaciones en las que una persona se equivoca con consecuencias desastrosas. Siempre alentamos el celo y la determinación, pero si una persona asume la responsabilidad de contradecir la opinión común, debe estar segura del resultado positivo en una situación crítica. Ni la confianza, ni la correspondencia con la cultura de la empresa, ni los altos resultados pueden excusar los errores que causaron pérdidas económicas críticas o graves consecuencias legales para la empresa. Tales errores se convierten en una responsabilidad individual y, a veces, no pueden quedar sin respuesta. Incluso los errores involuntarios con consecuencias catastróficas son difíciles de ignorar.

Otra causa bastante frecuente de errores desagradables e inexcusables es la irresponsabilidad, la ruptura de los acuerdos y la simple pereza. Esta actitud no se puede excusar y estos errores no se pueden aceptar como parte inevitable del proceso de toma de decisiones.

La actitud ante los errores forma parte de la estrategia de toda empresa. En mi empresa, al evaluar el rendimiento del empleado, lo primero que cuenta es el resultado, lo segundo es la actividad y lo tercero la correspondencia con la cultura de la empresa. Los errores ocurren, son imprescindibles, son incluso necesarios, pero el grado de su permisibilidad y tolerancia hacia ellos depende de la motivación de la persona, de su cargo, de sus funciones y de la magnitud del perjuicio económico o de otro tipo que se produce por la decisión equivocada o el mal resultado de la decisión correcta.

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