9 reglas de la genialidad

9 reglas de la genialidad

¿Sabe que la creatividad se puede aprender? Lo demuestra Michael Michalko, experto en creatividad y autor del libro "Cracking Creativity", en el que revela cómo Einstein, Edison, Tesla, Miguel Ángel o Mozart crearon sus obras maestras. Resulta que hay 9 estrategias creativas principales:

Saber mirar

La regla principal de un genio es que aprende a mirar el problema con la máxima amplitud. Leonardo Da Vinci creía que para resolver el problema hay que formularlo de diferentes maneras. Estaba seguro de que a menudo la visión del problema se ve empañada por estereotipos, por lo que hay que destruirlos. El enfoque creativo supone que el problema se vea desde diferentes lados.

Visualice su pensamiento

Albert Einstein decía que los distintos tipos de pensamiento le ayudaban mucho a resolver tareas y generar nuevas ideas. Por ejemplo, podía formular una pregunta no sólo con palabras, sino también con un diagrama. Piensa, ¿puedes presentar tu pregunta en forma de diagrama?

Mucho antes de Einstein, Galileo Galilei sorprendió a sus contemporáneos por su capacidad para expresar sus ideas en borradores, no sólo en palabras como solían hacer los científicos de la época.

Experimentar constantemente

Los genios siempre supieron que la cantidad siempre se transforma en calidad, por eso experimentaban constantemente. Por ejemplo, Thomas Edison tenía 1093 patentes de inventos. Por cierto, incluso tenía su propia cuota de ideas: tenía que hacer un pequeño invento una vez cada 10 días y un gran invento una vez cada seis meses. Estarás de acuerdo en que es un calendario perfecto para mantenerte concentrado.

Este es también un enfoque muy bueno porque cuanto más trabaja tu cerebro, mejor funciona. Johann Bach escribía una cantata cada día, aunque estuviera enfermo o agotado. Mozart también fue muy productivo: creó más de 600 composiciones en su vida.

Crear nuevas combinaciones

Las ideas para un genio son como los ladrillos de Lego. No siempre sigue las instrucciones, sino que crea nuevas combinaciones. Por ejemplo, tomemos la famosa fórmula E=mc2. Todos los conceptos -energía, masa y velocidad de la luz- fueron creados antes de Einstein. Pero la aportación de Albert fue que fue capaz de combinarlos como ladrillos de Lego. El propio científico dijo que su forma de pensar es un juego de combinación o una habilidad para combinar objetos correctamente.

Combinar incombinable

Un día, mientras Nikola Tesla observaba la puesta de sol, la comparó con un motor. Así apareció el motor que funciona con corriente alterna. El científico August Kekule soñó una vez con una serpiente que se mordía la cola. Cuando se despertó, comprendió que una molécula de benzol tenía la forma de un anillo.

Ver la coherencia en cosas incombinables es una habilidad más de un genio. Él o ella ve conexiones como ninguna otra persona puede ver.

Utilizar metáforas

Alexander Bell, el inventor del teléfono, descubrió en una ocasión que las vibraciones del interior del oído humano se asemejan a las de una membrana de acero. Hay muchos ejemplos de este tipo en el mundo de la ciencia. Hace muchos siglos, Aristóteles escribió que el uso de metáforas es un signo de genio. Creía que las obras maestras se crean cuando la gente ve una analogía en diferentes esferas en las que no hay nada común a primera vista.

Buscar en todas partes

A veces es muy difícil encontrar una solución para el problema y la generación de nuevas ideas parece llegar a un callejón sin salida. ¿Qué hacer? Buscar donde nadie ha buscado antes. Por ejemplo, Thomas Edison llevaba mucho tiempo dándole vueltas a la idea del filamento de carbón. Un día estaba jugando con un trozo de plastilina arrugándolo en sus manos. En un momento dado, se le ocurrió que el carbón se puede retorcer como una cuerda, y ya está, ¡el filamento está listo!

Para dar con una buena idea hay que buscar incluso donde a nadie se le ha ocurrido buscar antes. La respuesta puede estar escondida incluso en un simple trozo de plastilina que tengas en tus manos.

Escucha tu intuición

Alexander Fleming observó una vez que el moho aparece en el cultivo de bacterias muertas. Seguramente muchos médicos ya habían notado algo así, pero nadie le había prestado atención. Sin embargo, Fleming tuvo la idea de que este moho también podía ser estudiado. El resultado fue el descubrimiento de la penicilina, que salvó millones de vidas humanas.

Escuchar la intuición es la octava regla de un genio.

Inspirar la cooperación

La última regla de un genio es cooperar con otros genios. La mayoría de los científicos que hicieron grandes descubrimientos se comunicaron estrechamente con personas de su nivel, también genios. Hay muchos ejemplos en la historia en los que sociedades y grupos de personas con talento ayudaron a hacer avanzar la ciencia, el arte y el mundo hacia nuevos descubrimientos.

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